- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


sábado, 27 de febrero de 2010

Husos (I)

Dime qué tengo que hacer. Las palabras se agolpan. Dime algo, dices, dice él, dices. A mí, me parece que no dejo de hablar. Sin embargo, cuando lo intento, sólo oigo un gemido largo, el que arrastra el llanto. hacia dentro o hacia fuera, la palabra sigue el mismo camino.

Dime lo que tengo que hacer. Llévame a donde me digan lo que tengo que hacer. Sus ojos. Tus ojos - ¿tus? - ¿ojos? - Ojo-lago, cálidos, ojos-aquí. Aquí, como los niños y los idiotas (pobres de mente, que no de espíritu). Aquí. Por eso tus ojos, para quedarme aquí, para seguir aquí, para aguardar. ¿Qué? No importa. Para aguardar.

Un lugar que no es el dentro ni la superficie. Un lugar donde están los niños y los pobres de mente. Un aquí que se prolonga. Me agarro a tus ojos, sus ojos, para poder quedarme. Dime lo que tengo que hacer.

Escribo porque tal vez no hablo. No me sueltes.


Chantal Maillard

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