- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


martes, 25 de diciembre de 2012

Christmas (Pere Quart)


Planten un arbre sense arrels
al líving,
i fan que llevi, de sobtada
torrons de can Fatjó
i un tren elèctric.
El favorit,
el dolç monopolista
despengen un estel
-tal com ho dic-, si volen,
per al fill embrutit
que marraneja.

 

Doncs, està vist:
fer miracles no és pas cosa de sants
ara com ara.

 

I tampoc ningú ja no s’estranya
-ni la rància donzella,
cul refinat de sagristia-
que l’infant vagi nu
a l’hivern i de nit.

 

Pels christmes de tres tintes
s’endeuten els pobres.

 

I amb el pretext dels Reis
degollarem tants innocents com calgui.

 

No, no exagero.
 

Pere Quart

Happy New Year (J.Cortázar)


Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres. 


Julio Cortázar

Llibre de família (Ponç Pons)

LLIBRE DE FAMÍLIA

I


Nadal de 1963


Déu havia nascut,
però jo no sabia
que fos tan important
i pensava només
que a ca nostra hi hauria
taula plena i menjar
quan sortíssim de missa.
Aquell dia dinàvem,
de gust, vianda i carn
(era un dia de festa),
també vi i xampany flac.
L'alegria durava
fins que, aprofitat tot,
no hi quedaven ni els ossos
i esperàvem anb ànsia
que vinguessin els reis.
Cada vespre llegia,
entre vànoves velles
que pesaven un munt,
els contes de Hans Andersen
i Perrault dins el llit.
El rei negre ens va dur,
a tots, una pilota,
i a jo, per ser el petit,
una espasa de plàstic
i un escut groc de víking.
Aquell dia, però,
no hi havia pollastre
ni pastissos ni nous.
L'endemà anava a escola
i esperava avorrit
que tornés néixer Déu
i vingués el rei negre.
Duia uns buberais blaus
grossos fins als genolls
i tenia un plumier
i un vell llibre amb el nom
dels germans a la tapa.
Vaig apendre molt poc.


Sé que fórem feliços.



Ponç Pons

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La metamorfosis (I)


Sobre su espalda y sus costados arrastraba consigo por todas partes hilos, pelos, restos de comida... Su indiferencia hacia todo era demasiado grande como para tumbarse sobre su espalda y restregarse contra la alfombra, tal como hacía antes varias veces al día. 


Kafka

La busca (I)


¿Cuál de los tres relojes estaba en lo fijo? ¿Cuál de aquellas tres máquinas para medir el tiempo tenía más exactitud en sus indicaciones? El autor no puede decirlo, y lo siente. Lo siente, porque el tiempo es, según algunos graves filósofos, el cañamazo en donde bordamos las tonterías de nuestra vida; y es verdaderamente poco científico el no poder precisar con seguridad en qué momento empieza el cañamazo de este libro. Pero el autor lo desconoce: sólo sabe que en aquel minuto, en aquel segundo, hacía ya largo rato que los caballos de la noche galopaban por el cielo. Era, pues, la hora del misterio; la hora de la gente maleante; la hora en que el poeta piensa en la inmortalidad, rimando hijos con prolijos y amor con dolor; la hora en que la buscona sale de su cubil y el jugador entra en él; la hora de las aventuras que se buscan y nunca se encuentran; la hora, en fin, de los sueños de la casta doncella y de los reumatismos del venerable anciano. Y mientras se deslizaba esta hora romántica, cesaban en la calle los gritos, las canciones, las riñas; en los balcones se apagaban las luces, y los tenderos y las porteras retiraban sus sillas del arroyo para entregarse en brazos del sueño.


Pío Baroja




Una de las descripciones más poéticas del libro, sin duda.

Habitaciones separadas


Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cunado pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.

Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana

con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.

Soledad, libertad,

dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.

Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino

acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario

aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas. 



Luis García Montero

Ciudad


No tuve más remedio que seguirla.

Bajé con ella al día. Conocí
gentes que fueron de mi condición,
conversaciones de palabras lentas.

Hablo de aquella edad que nos otorga
la sensación de verse en un mundo inmediato,
la ciudad que nos llama
en los mismos lugares,
en las mismas penumbras
donde hay ojos que siguen
el deseo desnudo de tus ojos,
amor que pide tiempo,
razones que parecen
tus razones.

Pero de pronto cambia el mundo en las ciudades,

y aunque sé que cultivo mi deseo,
para vivir aquí, entre los jóvenes,
recorro sus caminos y comprendo
que traigo la distancia
no sé si de otra edad o de otra tierra,
testigo de otra gente
que no sabe beber, que tiene prisa,
y que aprende a besarse en los rincones,
con otra historia, con su propio tiempo.

La ciudad no me sigue, va con ellos.

Y escucho atentamente por si algo me llama,
para sentirme vivo,
para ir aprendiendo con la noche
cómo ladran ahora los fantasmas
del tiempo y la poesía. 


Luis García Montero

martes, 4 de septiembre de 2012

Fotografías veladas de la lluvia



[...]

Bombillas
contra un cielo sin fondo, 
pintura de las mesas
más pobre y sin verano,
botellas olvidadas sin un solo mensaje
y la radio sonando con voz de plata
como álamos del río.
Antes que los humanos
los objetos aprenden a vivir en otoño.

Hasta un golpe de lluvia.

Entonces sí, 
hay mujeres y hombres que corren al invierno
con gritos sorprendidos todavía
en la palabra agosto.
La lluvia de repente 
que le devuelve a España su existencia
de periódico antiguo
y pone hacia el final de las películas
un beso triste, un dolor censurado. 

Del verano se sale igual que del recuerdo.

[...]

Pero del mismo modo
al recuerdo se vuelve igual que a los veranos,
con ganas de tocar el mar,
como un tiempo más nuestro,
la leyenda arruinada del nosotros más puro,
una memoria de la felicidad
que nos duele, nos desarma
y rueda en las colinas de la tarde
y nos busca después
cada septiembre. 

[...]


Luis García Montero

viernes, 24 de agosto de 2012

Historia de dos ciudades (Dickens)



Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. Es la edad de la sabiduría, y también de la locura. Es la época de la fe, y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Lo tenemos todo, pero no somos dueños de nada, caminamos derechito al cielo pero tomamos el camino a otro lado. En fin, esta época es tan parecida a todas las épocas, que nada de lo que aquí voy a contar debería, en realidad, sorprendernos. Nada. Ni el perdón, ni la venganza, ni la muerte, ni la resurrección.

Charles Dickens

martes, 5 de junio de 2012

Barnanit V

El camarero del bar donde amo, 
escribo, sueño, pienso, me aburro, te espero;
mi segunda residencia si fuera una escritora de moda, 
una burguesita de moda,
una tensita o una presentadora de televisión.
El camarero del bar me sonríe 
a pesar del calor del verano.
Trabaja demasiado.
Catorce horas de una mesa a otra, 
y el pedido lo más rápido posible.
 
Cualquier día se va a deshidratar.
Y los médicos le darán pastillas de potasio, 
no un salario mejor ni menos horas de trabajo.
El camarero tiene camisa blanca y un pantalón negro, 
los cabellos cortos, 
veinticinco años.
Le gustaría irse a dormir 
pero los parroquianos de estío en la ciudad somos pobres, 
insomnes y muy pesados; 
comemos, bebemos, charlamos.
Está deseando irse.
¿Para esto se hizo la revolución bolchevique?, 
¿para esto triunfó el capitalismo?
Catorce horas salvajes, 
catorce horas sumisas.
‘Después me toca ir a limpiar’, 
 me dice con resignación.

No leyó El Capital, 
no sabe posiblemente en qué consiste la plusvalía, 
pero la genera.
Las mesas están sucias, 
los residuos del comer, del beber, 
los servicios también están sucios.
Cuando se cumplan las catorce horas se irá, 
mal pagado, mal dormido, 
convencido de que éste es el único sistema posible.
Es verdad, 
yo tampoco puedo pagarle con poemas, 
yo también estoy mal pagada.
Le deseo las buenas noches.
Me voy a dormir.
Nuestra jornada de bar ha sido larga, 
a pesar de que yo sí leí El Capital.
 
 
Cristina Peri Rossi

Barnanit


Creo que por amarte
voy a amar tu geografía
-“una fea ciudad fabril””
la llamó su poeta, Joan Maragall-
la avenida que la atraviesa diagonalmente
como un río inacabable
las fachadas de los edificios llenos de humo
bajo los cuales
-palimpsestos-
se descubren dibujos antiguos
inscripciones romanas.

Creo que por amarte
voy a aprender la lengua nueva
esta lengua arcaica
donde otoño es femenino
-la tardor-
y el viento helado
tramonta la montaña.

Creo que por amarte
voy a balbucear los nombres
de tus antepasados
y cambiar un océano nervioso
y agitado –el Atlántico-
por un mar tan sereno
que parece muerto.

Creo que por amarte
intercambiaremos sílabas y palabras
como los fetiches de una religión
como las claves de un código secreto
y, feliz, por primera vez en la ciudad extraña
me dejaré guiar por sus pasajes
por sus arcos y volutas
como la viajera por la selva
en el medio del camino de nuestra vida.
Las ciudades sólo se conocen por amor
y las lenguas son todas amadas.


Cristina Peri Rossi

martes, 28 de febrero de 2012

Demian (H.Hesse)



Todos los hombres viven estos momentos difíciles. Para los de nivel general, es éste el punto de la existencia en el que surge la máxima oposición entre el avances de la propia vida y el mundo circunambiente, el punto en el que se hace más duro conquistar el camino que conduce hacia adelante. Muchos hay que sólo esta vez en la vida pasan por aquel morir y renacer que es nuestro destino, sólo esta vez, cuando todo lo que hemos llegado a amar quiere abandonarnos y sentimos de repente en nosotros la soledad y el frío mortal de los espacios infinitos. Y hay también muchos que embarrancan para siempre en estos escollos y permanecen toda su vida dolorosamente adheridos a un pasado sin retorno, al sueño del paraíso perdido, el peor y el más asesino de los sueños.


[...]

Si el Mundo no podía utilizar a los hombres como yo, si no tenía para ellos ningún puesto mejor ni podía encomendarles una labor más alta, no había para nosotros más camino que el aniquilamiento. Peor para el Mundo.

[...]

Suponemos siempre demasiado estrechos los límites de nuestra presonalidad. Adscribimos tan sólo a nuestra persona aquello que distinguimos como individual y divergente. Pero cada uno de nosotros es en el ser total del mundo, y del mismo modo que nuestro cuerpo integra toda la trayectoria de la evolución, hasta el pez e incluso más atrás aún, llevamos también en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas de los hombres. Todos los dioses y todos los demonios habidos, sea entre los griegos, los chinos o los cafres, todos están con nosotros, están presentes, como posibilidades, deseos o caminos.

[...]

El impulso que le hace a usted volar es nuestro gran patrimonio humano común a todos. Es el sentimiento de nuestra relación con las raíces de toda fuerza. Pero nos da miedo abandonarnos a él. Es tan peligroso! Por eso casi todos renuncian gustosos a volar y prefieren caminar, como buenos burgueses, por su acera, apoyados en los preceptos legales. Usted no. Usted sigue volando valientemente. Y de pronto descubre usted algo maravilloso; advierte que poco a poco va adueñándose del impulso y que junto a la magna fuerza general que le arrastra hay otra fuerza pequeñita y sutil que le es propia: un órgano y un timón. Sin ella vagaría uno al azar por los aires, como les sucede, por ejemplo, a los locos. Éstos tienen vislumbres más hondas que los burgueses de la acera, pero no poseen una clave, carecen de un timón que les permita marcar el rumbo y flotan a la deriva en el espacio. Pero usted no, Sinclair; usted logra dominar el impulso.

[...]

- Siempre es difícil nacer. El pájaro tiene que penar para salir del cascarón, ya lo sabe usted. Pero vuelva usted ahora la vista atrás y pregúntese si, en realidad, fue tan penoso el camino. Sólo penoso? No fue también, quizá, bello? Sabría usted acaso de otro más bello y más fácil?


Moví, dubitativo, la cabeza:


- Fue penoso - dije como adormecido -, fue penoso hasta que vino el sueño.


Asintió y me miró penetrantemente:


- Sí; tiene uno que encontrar su sueño, y entonces el camino se hace fácil. Pero no hay sueño alguno perdurable. Se sustituyen unos a otros y no debemos esforzarnos en retener ninguno. 



[...]


Pero sólo me interesan los pasos que hube de dar en mi vida para llegar hasta mí mismo. dejo resplandecer en la lejanía todos los puntos de reposo, islas afortunadas y paraísos cuyo encanto gusté, y no deseo volver a ellos.



[...]



Veo que piensas más de lo que puedes expresar. Pero también que nunca has vivido por entero lo pensado, y eso no es bueno. Únicamente aquellas ideas que vivimos tienen un valor. Has sabido que tu "mundo permitido" era tan solo la mitad del mundo y has intentado escamotear la otra mitad, como los religiosos y los profesores. ¡No lo conseguirás nunca! Nadie lo consigue una vez que ha comenzado a pensar. 



[...]



Creo que, si la música me gusta tanto, es por su carencia de moralidad. Todo lo demás es moral y yo busco algo que no lo es. Lo moral no me ha procurado nunca nada que no fuera doloroso.



[...]



Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está también en nosotros nos deja indiferentes.

Libro del desasosiego

Hay un cansancio de la inteligencia abstracta, y es el más horrible de los cansancios. No pesa como el cansancio del cuerpo, ni inquieta como el cansancio del conocimiento por la emoción. Es un peso de la conciencia del mundo, un no poder respirar con el alma.

[...]

La belleza de un cuerpo desnudo sólo la sienten las razas desnudas. El pudor es sobre todo para la sensualidad lo que el obstáculo para la energía. La artificiosidad es la manera de disfrutar de la naturalidad. Lo que disfruté de estos extensos campos, lo disfruté porque no vivo aquí. No siente la libertad aquel que no vivió nunca oprimido. 

[...]

¿Pensar? ¿Sentir? ¡Cómo cansa todo cuando es una cosa definida!

[...]

El haber tocado los pies de Cristo no es disculpara las faltas de puntuación. 
Si un hombre escribe bien sólo cuando está borracho, le diré: emborráchese. Y si me dice que con eso su hígado padece, le respondo: ¿y qué es su hígado? Es una cosa muerta que vive mientras usted vive, mientras que los poemas que escriba vivirán sin ningún mientras. 


[Fernando Pessoa]

El profeta: de la Alegría y de la Tristeza


Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara.
Y el mismo pozo del que mana vuestra risa, ha estado con frecuencia lleno de vuestras lágrimas.
¿Cómo podría ser de otra manera?
Cuanto más profundo ahonde el pesar en vuestro corazón, más alegría podrá contener.
La copa que contiene vuestro vino, ¿no es la misma que estuvo quemándose en el horno del alfarero?
Y el laúd que serena vuestro ánimo, ¿no es la misma madera que fue excavada con cuchillos?

[...]

Realmente estáis como el fiel de la balanza entre vuestra alegría y vuestra tristeza. 
Sólo cuando estáis vacíos vuestro peso está quieto y en equilibrio.


[Jalil Gibrán]

El profeta: del Trabajo


Os han dicho también que la vida es oscuridad, y en medio de vuestro cansancio no hacéis sino repetir, como eco, lo que dijo ese hastiado.
Mas yo os digo que en verdad la vida es ocuridad cuando no hay actividad ninguna. 
Que toda actividad es ciega cuando no hay conocimiento. 
Que todo conocimiento es vano cuando no hay trabajo.
Que todo trabajo es vacío cuando no hay amor. 

Y ¿qué es trabajar con amor?
Es tejer la tela con hilos extraídos de vuestro corazón, como si el ser más amado por vosotros fuera a usar esa tela.
Es levantar una morada con cariño, como si el ser más amado por vosotros fuera a vivir en ella.
Es sembrar con ternura y cosechar con alegría, como si el ser más amado por vosotros fuera a alimentarse con los frutos. 
Es infundir en todas las cosas que creáis el aliento de vuestro propio espíritu.

Y si no podéis trabajar con amor, sino con disgusto, mejor es que dejéis vuestra tarea y os sentéis a la puerta del templo para pedir limosna a quienes trabajan con gozo.
Porque si amasáis el pan con indiferencia, estáis haciendo un pan amargo que sólo a medias aplacará el apetito de un hombre. 
Y si pisáis las uvas de mala gana, vuestra degaña destila veneno sobre el vino.
Y aunque cantéis como los ángeles, si no amáis el canto estáis impidiendo que los oídos de l hombre escuchen las voces del día y la voces de la noche. 

[Jalil Gibrán]

El profeta: de los Hijos


Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas del anhelo de la Vida, ansiosa por perpetuarse. 
Por medio de vosotros se conciben, mas no de vosotros. 
Podéis darles vuestro amor; no vuestros pensamientos: porque ellos tienen sus propios pensamientos. 
Podéis albergar sus cuerpos; no sus almas: porque sus almas habitan en la casa del futuro, cerrada para vosotros, cerrada incluso para vuestros sueños. 

[Jalil Gibrán]

El profeta: del Amor


Como a mazorcas de maíz os recogerá.
Os desgranará hasta dejaros desnudos.
Os cernerá hasta libraros de vuestro pellejo.
Os molerá hasta conseguir la indelebre blancura.
Os amasará para que lo dócil y lo flexible brote de vuestra dureza.

[...]

Mas si vuestro miedo os hace buscar sólo la paz y el placer del amor, entonces mejor sería que cubrierais vuestra desnudez y os alejarais de sus umbrales hacia un mundo sin estaciones, donde reiréis, pero no con toda vuestra risa; donde lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.


[Jalil Gibrán]

El profeta (I)







El mar, que llama todo hacia su seno, me llama ahora a mí, y debo embarcarme. Porque quedarse aquí, aunque las horas ardan en la noche, es helarse, cristalizarse, quedar preso en un molde. Gustoso llevaría conmigo todo cuanto hay aquí, pero ¿cómo llevármelo? Una voz no puede llevarse consigo la lencua y los labios que le prestaron alas. 




[Jalil Gibrán]

El sistema

Plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz hasta la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la memoria de la hierba. Para colonizar las conciencias, suprimirlas; para suprimirlas, vaciarlas de pasado. Aniquilar todo testimonio de que en la comarca hubo algo más que silencio, cárceles y tumbas. 

Está prohibido recordar.

se forman cuadrillas de presos. Por las noches, se les obliga a tapar con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos cubrían los muros de la ciudad. 

La lluvia, de tanto golpear los muros, va disolviendo la pintura blanca. Y reaparecen, poquito a poco, las porfiadas palabras. 


[Días y noches de amor y de guerra; Eduardo Galeano]

Días y noches de amor y de guerra



Las cosas me acompañan y se van. Las tengo de noche, las pierdo de día. No estoy preso de las cosas; ellas no deciden nada. [...] Todo eso era de ella, tiempo compartido, tiempo que agradezco; y me lancé al camino, hacia lo no sabido, limpio y sin carga. La memoria guardará lo que valga la pena.

[...]

Cada una de mis mitades no podría existir sin la otra. ¿Se puede amar la intemperie sin odiar la jaula? ¿Vivir sin morir, nacer sin matar? En mi pecho, plaza de toros, pelean la libertad y el miedo.

[...]

Me pasaba la noche sentado en la cama y llenando ceniceros. Silvia, inocente, dormía de un tirón. Yo la odiaba a la hora del amanecer. La despertaba, la sacudía por los hombros, quería decirle: éstas son las preguntas que no me dejan dormir. Quería decirle: me siento solo, yo perseguidor, perro que ladra a la luna, pero no sé qué carajo me salía de la boca en lugar de palabras. Creo que tartamudeaba disparates, como ser: pureza, sagrado, culpa, hambre de magia. Llegué a convencerme de que había nacido equivocado de siglo de planeta. 

[...]

Dos por tres me olvido, y regalo a la tristeza esta vida de yapa. Me dejo expulsar del Paraíso, dos por tres, por ese Dios castigador que no termina de irse de adentro de uno.

[...]

Varios siglos antes de Cristo, los etruscos enterraban a sus muertos entre paredes que cantaban al júbilo de vivir. En el 66, con Graciela, bajamos a las tumbas etruscas y vimos las pinturas. Había amantes disfrutándose en todas las posiciones, gente comiendo y bebiendo, escenas de música y celebración. 

Yo había sido amaestrado católicamente para el dolor y me quedé bizco ante ese cementerio que era un placer.

[...]


Escribir era peligroso, como hacer el amor cuando se lo hace como debe ser.

[...]

Ser joven es un delito. La realidad lo comete todos los días, a la hora del alba; y también la historia, que cada mañana nace de nuevo. Por eso la realidad y la historia están prohibidas. 

[...]

Cuando Emilio me ofreció un mural para mi cuarto en Buenos Aires, yo le pedí que me pintara un puerto de colores vivos. Un puerto montevideano para llegar, no para irse.

[...]

Yo te contaba historias de cuando era chico y vos las veías ocurrir en la ventana. [...] Y atravesabas galopando los prados de mi infancia y de tu sueño, con mi viento en tu cara. 

[...]

Cosa curiosa: no la conozco y sin embargo la extraño. Tengo nostalgia de un país que no existe todavía en el mapa. 

[...]

El torturador es un funcionario. El dictador es un funcionario. Burócratas armados, que pierden su empleo si no cumplen con eficiencia su tarea. Eso, y nada más que eso. No son monstruos extraordinarios. No vamos a regalarles esa grandeza.


[Eduardo Galeano]

domingo, 1 de enero de 2012

Decir Adiós

Decir adiós no es fácil
aunque tengas palabras
y razones:
son dos sílabas.

Decir adiós no es fácil aunque pongas
las letras en el orden necesario:

Algún tiempo nos duran
distintos rituales, poca cosa,
instintos quizás que nos aprende
o enseña el cuerpo en esos días
solubles en la taza de que bebes:

guardarme en la bolsa por la tarde
esas chocolatinas que te gustan
y ponen siempre en el café;
reírnos de la vida y acabar
en bares con nombre de frontera;
o vivir
sin el despertador porque a las tantas
(o de buena mañana)
me llamas y me dices
que el mundo no te ama y que te mueres
y estás sola.

Decir adiós siempre parece
traición o cobardía y no importa
que sea del revés

(osar lo que nos hace
distintos por mucho que busquemos
andar entre lo que soñamos por el día).

En un escaparate
los calcetines de felpa e imposibles
que llevabas;
y verte tiritando el mes de enero;
contra natura
comprar rubio porque sé
que acabarás pidiendo fumar juntos;
pasar dulces veladas en Urgencias;
o meterme en la carne
tu dieta peculiar
(ternera y queso)
antes de la poesía.

Son las cosas
que no escriben la historia
las más lentas en irse;
se borra la pasión,
se borran en diez lenguas
(y varios alfabetos)
todos esos te quieros con la tinta
y el dedo que tal vez nos dibujaran
de veras o de espejo.

Adiós es una frase
con un nombre común
(o propio en que no creo)
y no resultará más fácil porque sea
mentira como tú,
como tus mitos.

Decirte adiós, pues, no sería,
verdad, así que ahora
te digo que no voy a decirte
adiós, me iré sin firma y cuando
los ritos más pequeños,
esos que eran
verdad tengan a bien morirse,
mi adiós ya habrás oído sin palabra.


[Andrés Piquer]