- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


martes, 28 de febrero de 2012

Demian (H.Hesse)



Todos los hombres viven estos momentos difíciles. Para los de nivel general, es éste el punto de la existencia en el que surge la máxima oposición entre el avances de la propia vida y el mundo circunambiente, el punto en el que se hace más duro conquistar el camino que conduce hacia adelante. Muchos hay que sólo esta vez en la vida pasan por aquel morir y renacer que es nuestro destino, sólo esta vez, cuando todo lo que hemos llegado a amar quiere abandonarnos y sentimos de repente en nosotros la soledad y el frío mortal de los espacios infinitos. Y hay también muchos que embarrancan para siempre en estos escollos y permanecen toda su vida dolorosamente adheridos a un pasado sin retorno, al sueño del paraíso perdido, el peor y el más asesino de los sueños.


[...]

Si el Mundo no podía utilizar a los hombres como yo, si no tenía para ellos ningún puesto mejor ni podía encomendarles una labor más alta, no había para nosotros más camino que el aniquilamiento. Peor para el Mundo.

[...]

Suponemos siempre demasiado estrechos los límites de nuestra presonalidad. Adscribimos tan sólo a nuestra persona aquello que distinguimos como individual y divergente. Pero cada uno de nosotros es en el ser total del mundo, y del mismo modo que nuestro cuerpo integra toda la trayectoria de la evolución, hasta el pez e incluso más atrás aún, llevamos también en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas de los hombres. Todos los dioses y todos los demonios habidos, sea entre los griegos, los chinos o los cafres, todos están con nosotros, están presentes, como posibilidades, deseos o caminos.

[...]

El impulso que le hace a usted volar es nuestro gran patrimonio humano común a todos. Es el sentimiento de nuestra relación con las raíces de toda fuerza. Pero nos da miedo abandonarnos a él. Es tan peligroso! Por eso casi todos renuncian gustosos a volar y prefieren caminar, como buenos burgueses, por su acera, apoyados en los preceptos legales. Usted no. Usted sigue volando valientemente. Y de pronto descubre usted algo maravilloso; advierte que poco a poco va adueñándose del impulso y que junto a la magna fuerza general que le arrastra hay otra fuerza pequeñita y sutil que le es propia: un órgano y un timón. Sin ella vagaría uno al azar por los aires, como les sucede, por ejemplo, a los locos. Éstos tienen vislumbres más hondas que los burgueses de la acera, pero no poseen una clave, carecen de un timón que les permita marcar el rumbo y flotan a la deriva en el espacio. Pero usted no, Sinclair; usted logra dominar el impulso.

[...]

- Siempre es difícil nacer. El pájaro tiene que penar para salir del cascarón, ya lo sabe usted. Pero vuelva usted ahora la vista atrás y pregúntese si, en realidad, fue tan penoso el camino. Sólo penoso? No fue también, quizá, bello? Sabría usted acaso de otro más bello y más fácil?


Moví, dubitativo, la cabeza:


- Fue penoso - dije como adormecido -, fue penoso hasta que vino el sueño.


Asintió y me miró penetrantemente:


- Sí; tiene uno que encontrar su sueño, y entonces el camino se hace fácil. Pero no hay sueño alguno perdurable. Se sustituyen unos a otros y no debemos esforzarnos en retener ninguno. 



[...]


Pero sólo me interesan los pasos que hube de dar en mi vida para llegar hasta mí mismo. dejo resplandecer en la lejanía todos los puntos de reposo, islas afortunadas y paraísos cuyo encanto gusté, y no deseo volver a ellos.



[...]



Veo que piensas más de lo que puedes expresar. Pero también que nunca has vivido por entero lo pensado, y eso no es bueno. Únicamente aquellas ideas que vivimos tienen un valor. Has sabido que tu "mundo permitido" era tan solo la mitad del mundo y has intentado escamotear la otra mitad, como los religiosos y los profesores. ¡No lo conseguirás nunca! Nadie lo consigue una vez que ha comenzado a pensar. 



[...]



Creo que, si la música me gusta tanto, es por su carencia de moralidad. Todo lo demás es moral y yo busco algo que no lo es. Lo moral no me ha procurado nunca nada que no fuera doloroso.



[...]



Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está también en nosotros nos deja indiferentes.

2 comentarios:

  1. Mucha enseñanza.
    Lo único, en realidad es "...El pájaro tiene que penar para salir del cascarón...", no pensar, sino fluir, je.

    ResponderEliminar