- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


miércoles, 9 de junio de 2010

La nave de los locos (III)

Lo que más fastidia a Equis de este tránsito incesante de ciudad en ciudad, es la imposibilidad de tener perro. Piensa que quizá podría tener uno, pero no le gustaría abandonarlo y, además, cueta muy caro trasladar a un perro de un lugar a otro. Por otra parte, no está muy seguro de que una vida tan incierta fuera del agrado de un perro, animal dócil que ama el hogar y la rutina. Por la misma razón, Equis no puede tener plantas, ni esposa (animal dócil que ama el hogar y la rutina).

[Cristina Peri Rossi]

Caballero de los puentes

El lunes pagué a una prostituta para que pisoteara en mi presencia dos docenas de ostras abiertas con sus zapatos de tacón alto, que lamí a continuación.

El martes pagué a otra, casi una niña, para que me masturbara con estiércol fresco de caballo entre los dedos.

El miércoles alquilé a una nueva para que me vistiera y maquillara de mujer mientras yo enjabonaba y rasuraba el rostro de la joven.

El jueves prometí una elevada cantidad a dos prostitutas para que me siguieran por los callejones con el fin de defecar luego en sus bocas.

El viernes cloroformicé a una prostituta entrada en años y le coloqué sanguijuelas en la vagina hasta que éstas se saciaron.

El sábado me negué a pagar a la prostituta alquilada tras azotarla con varillas extraídas de un paraguas, aduciendo el desagrado que me produjeron sus inoportunos gritos.

El domingo dormí casi todo el día, besé a mi esposa, a mis hijas, a las doncellas de mi esposa y a la institutriz de mis hijas, paseé durante una hora por el parque con el confesor de la familia y cené después opíparamente en Casa Beristain, en compañía de los demás magistrados. Todos bebimos vino de peptona, el mejor confortativo de los debilitados, restablecedor de las fuerzas y del apetito.


[Ángel Olgoso]

La nave de los locos (II)

La mejor manera que tiene un extranjero de conocer una ciudad es enamorándose de una de sus mujeres, muy dadas a la ternura que inspira un hombre sin patria, es decir, sin madre, y también a las diferencias de pigmentación de la piel de un continente a otro. Ella construirá una ruta que no figura en los mapas y nos hablará en una lengua que nunca olvidaremos. Nos mostrará los puentes y los lugares secretos, nos adoptará como a niños de pecho, nos enseñará a balbucear las primeras palabras de un idioma nuevo, a dar los primeros pasos y a reconocer los árboles y los pájaros. En cuanto a esto último, no esté usted muy seguro.

[...]

En sueños, Equis ha hecho el amor con muchas mujeres desconocidas, ha regresado a menudo a la infancia, a terminar alguna tarea inconclusa, ha visto montañas que giran y ríos inmóviles, fue perseguido por ejércitos de distintos países - todos iguales, por lo demás - , alguna falta imperceptible provocó una catástrofe y también pintó numerosos cuadros, que nadie ha visto todavía. Le parece que en sueños ejecuta una tarea incesante, despliega una actividad febril de la cual dependen muchas cosas. No podría pintar esos cuadros, en la vida diurna: carece de la aptitud y de la técnica necesarias; sin embargo, trata de conservarlos en la memoria como una galería paticular. Como esas mujeres irreales que aparecen en los sueños, sus amantes clandestinas, y que viven encerradas en los claustros de la noche. Podría fundar un museo con esas telas, con esas mujeres. Nada hay más privado que los sueños, y su privacidad es un atributo ambiguo."


[Cristina Peri Rossi]

Autobiografía (Luis Rosales)


Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente.
Así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.


[Luis Rosales]

La nave de los locos (I)

A veces, Equis lee en el autobús sólo para provocar. Elige un libro más bien grande, y un autobús más bien lleno. Una vez que ha conseguido ascender, coloca el libro sobre la espalda del viajero más próximo, como sobre un atril, y vuelve las páginas sin importarle clavar su codo en el esternón del pasajero de al lado, cuya melancólica mirada de buey rumbo al matadero sólo se anima cuando una de sus costillas está a punto de romperse. Casi siempre se inicia una pequeña discusión en torno a Equis, quien se niega a cerrar el libro y los pasajeros que bien interesados en continuar la lectura por encima de su hombro o a tirar el libro por la ventanilla, en el supuesto favorable de que el autobús tenga alguna ventanilla abierta, porque como ha observado Equis, la costumbre de vivir hacinados hace que en cuanto pueden, no ventilen.

A este sistema de lectura a la fuerza, Equis lo llama su plan particular de alfabetización. Según él mismo confiesa, no es un sistema muy ortodoxo. En épocas especialmente difíciles (cuando por ejemplo hay una serie de televisión muy exitosa que además se vende en fascículos o cuando el gobierno establece una censura muy rigurosa sobre los libros interesantes), Equis no tiene escrúpulos en emplear, para su campaña de alfabetización, libros pornográficos, que siempre despiertan el interés de los escolares que viajan en el autobús, de los hombres casados y de las mujeres que no leen porque no viajan. De inmediato aprovecha para recomendar, muy seriamente, otros libros pornográficos, entre los cuales se encuentran las novelas de Salinger, los cuentos de Cortázar y las obras de Foucault.





[Cristina Peri Rossi]

Aunque seamos malditas

Nunca debí volver. Uno vuelve porque espera encontrar algo, algo que cree que dejó olvidado y luego descubre que lo ha dejado en otra parte o que nunca supo dónde estaba. Uno no debe volver a los sitios donde fue feliz y mucho menos a los lugares donde ha sufrido tanto. Ahora sé que las avispas han sido necesarias. Nunca debí volver. No me ha esperado el mar.
 


[Eugenia Rico]

La vuelta al día en ochenta mundos (I)

Siempre seré como un niño para tantas cosas, pero uno de esos niños que desde el comienzo llevan consigo al adulto, de manera que cuando el monstruito llega verdaderamente a adulto ocurre que éste a su vez lleva consigo al niño, y "nel mezzo del camin" se da una coexistencia pocas veces pacífica de por lo menos dos aperturas al mundo.

Esto puede entenderse metafóricamente pero apunta en todo caso a un temperamento que no ha renunciado a la visión pueril como precio de la visión adulta, y esa yuxtaposición que hace al poeta y quizá al criminal, y también al cronopio y al humorista (cuestión de dosis diferentes, de acentuación aguda o esdrújula, de elecciones: ahora juego, ahora mato) se manifiesta en el sentimiento de no estar del todo en cualquiera de las estructuras, de las telas que arma la vida y en las que somos a la vez araña y mosca.


[J.Cortázar]

Juan Ramón. El poeta en el jardín

Desde que Valle-Inclán pasaba la verja del jardín, empezaba a correr la voz entre las monjas jóvenes. Se asomaban a verle, y luego corrían hacia el cuarto de Juan Ramón para escucharle, secretamente, desde el pasillo. Con rara solemnidad, la figura avanzaba entre los árboles del jardín: la larga barba negra sobre el abrigo negro, la gruesa montura negra sobre los ojos negros. Era inútil pretender que hablara en voz baja. Ceceando a gritos se dirigía a las monjas, a los enfermos, a Juan Ramón. Cuando recitaba con voz profunda los versos que le enseñaba su amigo

Declinaba la tarde...

las palabras resonaban en todos los rincones. A las palabras acompañaban, a veces, movimientos ligeramente desacompasados y desacostumbrados. La ausencia del brazo perdida estaba aún muy presente.

Un invierno quedó el Sanatorio aislado de Madrid durante tres días por una nevada. Los caminos quedaron ocultos y los raíles del tranvía sepultados. Como otras veces, con toda naturalidad, la silueta inverosímil de Valle-Inclán se fue acercando lentamente al recinto del jardín. "Apareció Valle-Inclán, delgado y negro, en la soledad blanca. Bajé a abrirle la verja:

- Pero Valle, cómo viene usted con este día.
- Se lo había prometido.

Y su luto, ahora, se entra por la memoria nevada del jardín".


[Antonio Pau]

Experiencia espiritual

Me dijo que andaba buscando una experiencia espiritual
una cosa muy seria
en el mundo había como dos mil religiones
sin contar las sectas

pero ella quería otra cosa
"yo quiero una experiencia espiritual"
me dijo

creo que de eso yo no tenía

había tenido experiencias de guerra
de revoluciones experiencias sensoriales
experiencias musicales experiencias laborales

salvo que consideráramos que extasiarse frente a un
naufragio de Turner
o de Caspar David Friedrich
fuera una experiencia espiritual

salvo que leer a J.G.Ballard
o los poemas de Vallejo
fueran experiencias espirituales
también había tenido varias experiencias con atardeceres
esplendorosos en el Pueto de Santa María
y la luz del Sur, la abrillantada luz del Sur,
pero me dijo que no se trataba de nada de eso
no se trataba de la tristeza que me producían los Estudios de Chopin
o las Gimnopedias de Satie que ahora están en los móviles

me dijo que era otra cosa

Después se fue a la India
y yo no la seguí
porque ya he visto mucha miseria en este mundo
sin alcanzar el grado de espiritualidad necesario

Pasó como dos años en la India
y cuando volvió
estaba más flaca
¿Qué haces? - me dijo
Lo de siempre, le contesté
Escribo algunas cosas leo un poco juego al maghon por Internet
a veces me atropella un auto
pero en general, sigo sin tener experiencias espirituales
así que les pregunté cómo le había ido por la India
y me contestó que bien
muy bien
había tenido una experiencia espiritual
- dijo -
que volvía irrisorios y frívolos
todos los orgasmos.

Pensé que para eso no era necesario ir a la India
bastaba con haber alcanzado la menopausia.


[Cristina Peri Rossi]

Antífona

Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca...
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.

Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.

Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos a un mismo tiempo santos e infames,
somos a un mismo tiempo pobres y reyes!

¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran,
en el fondo nos guardan igual desprecio.
Y justas son las voces que nos desdoran...
Lo que vendemos ambos no tiene precio.

Así los dos, tú amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, cuerpo de diosa; yo, el alma mía!
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.

Joven quiere en nosotros Naturaleza
hacer, entre poemas y bacanales
el imperial regalo de la belleza,
luz a la oscura senda de los mortales.

¡Ah! Levanta la frente, flor siempreviva,
que das encanto, aroma, placer, colores...
Diles con esa fresca boca lasciva...
¡que no son de este mundo nuestros amores!

Igual camino en suerte nos ha cabido.
Un ansia igual nos lleva, que no se agota,
hasta que se confundan en el olvido
tu hermosura podrida, mi lira rota.

Crucemos nuestra calle de la amargura,
levantadas las frentes, juntas las manos.
¡Ven tú conmigo, reina de las hermosuras;
hetairas y poetas somos hermanos!


[Manuel Machado]