- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


miércoles, 9 de junio de 2010

Juan Ramón. El poeta en el jardín

Desde que Valle-Inclán pasaba la verja del jardín, empezaba a correr la voz entre las monjas jóvenes. Se asomaban a verle, y luego corrían hacia el cuarto de Juan Ramón para escucharle, secretamente, desde el pasillo. Con rara solemnidad, la figura avanzaba entre los árboles del jardín: la larga barba negra sobre el abrigo negro, la gruesa montura negra sobre los ojos negros. Era inútil pretender que hablara en voz baja. Ceceando a gritos se dirigía a las monjas, a los enfermos, a Juan Ramón. Cuando recitaba con voz profunda los versos que le enseñaba su amigo

Declinaba la tarde...

las palabras resonaban en todos los rincones. A las palabras acompañaban, a veces, movimientos ligeramente desacompasados y desacostumbrados. La ausencia del brazo perdida estaba aún muy presente.

Un invierno quedó el Sanatorio aislado de Madrid durante tres días por una nevada. Los caminos quedaron ocultos y los raíles del tranvía sepultados. Como otras veces, con toda naturalidad, la silueta inverosímil de Valle-Inclán se fue acercando lentamente al recinto del jardín. "Apareció Valle-Inclán, delgado y negro, en la soledad blanca. Bajé a abrirle la verja:

- Pero Valle, cómo viene usted con este día.
- Se lo había prometido.

Y su luto, ahora, se entra por la memoria nevada del jardín".


[Antonio Pau]

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