- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


sábado, 12 de diciembre de 2015

Beat Attitude


Si dicen que en esta vida hay que plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, desde luego éste ha sido el año de Annalisa Marí Pegrum. Gracias a ella, disponemos desde hace un meses de una cuidada edición bilingüe de algunos poemas de las poetas Beat, recogidos en su antología Beat Attitude. Gregory Corso dijo una vez, sobre su Generación, que "hubo mujeres, estaban allí, yo las conocí, pero es Annalisa quien pone el foco sobre las mujeres, hasta ahora a la sombra para los lectores en lengua española.

Aquí, fragmentos de algunos de los poemas que conforman esta joya de antología.


Elogio a mi marido (Diane Di Prima)

Supongo que tampoco habrá sido fácil vivir conmigo,
mis rencores, mis altibajos, mis exigencias de intimidad,
orgullo de leo sollozando en la cama mientras intentas dormir
y tú, interrumpiéndome en medio de mil poemas
¿has llamado al seguro? esa vez que detuviste un poema
a medio camino entre las colinas de nebraska y
colorado, odetta cantando, el mundo entero cantando en mi interior
el triunfo de nuestra revolución en el aire
yo a punto de anotarlo, y tú
tú diciendo algo sobre el carburador
para que todo se esfumara
pero nos aferramos el uno al otro
creyendo hallar la balsa
aunque estamos los dos a la deriva, como en esta casa de barro

[...]

caminamos con torpeza de un lugar equivocado al otro
como niños que salen a jugar de noche sobre un barco
y el barco se escapa de sus amarras, y ellos observan las estrellas
sobre las que todo desconocen, intentando descifrar
hacia dónde se dirigen.


Bienvenidos a la pandilla (Hettie Jones)

[...]

Tacones desgastados. Una chaqueta
sin botón. Sábanas rotas, ventanas
sin lavar. Respiramos
y no respiramos, tumbados, nos cruzamos
en el pasillo, dejándonos caer
en todos los brazos, vivos de nuevo
en breve ausentes.


Las voces (Janine Pommy Vega)

Algo bajo los huesos me llama
arrastrándome hasta mis raíces
me detengo en las esquinas
acepto números de teléfono de extraños
que podrían ser amantes, nada cambia
busco cada una de las caras que he amado
como carroña, comida para los huesos
solo amplía la arruga hasta ser
cicatriz sobre el agua

[...]

En la calle busco promesas en secreto
de completos desconocidos, la parte blanda
bajo los huesos oscuros que se propaga.
Sonidos que murmuran como los mugidos
del ganado a lo lejos sobre las colinas
se mueven a través de mis pasos
como si pudiera equilibrar los ladrillos sobre los dos 
lados de una callejuela resbaladiza
sin alcanzar el jardín todavía
Mi cuerpo gravita hacia las esquinas oscuras
madrigueras donde se lamen las heridas

[...]

Un valle de tumbas silenciosas en la tierra húmeda 
murmura bajo la raíz y la pisada,
cerniéndose sobre el sonido hay una madre enterrada
dentro de mí, sus brazos desnudos cubren el mar.




martes, 24 de noviembre de 2015

On the road (J.Kerouac)


Hay libros que son espejos.


...porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como favulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas...


***


... no me comprendía, porque me gustan demasiadas cosas y me confundo y desconcierto corriendo detrás de una estrella fugaz tras otras hasta que me hundo. Así es la noche y eso produce. No puedo ofrecer más que mi propia confusión.



sábado, 31 de octubre de 2015

Suite Francesa (I.Némirovski)





Esta magistral obra de Irène Némirovski, escrita durante la II Guerra Mundial, no fue publicada hasta 2004, cuando una de sus hijas se atrevió, al fin, a leer el manuscrito que su madre le había brindado antes de ser asesinada en Auschwitz.

Aquí, sólo algunos de los muchos fragmentos reseñables de este imprescindible libro, algunos de los cuales nos dan mucho que pensar, no ya sólo sobre el holocausto nazi, sino sobre lo que están viviendo hoy en día tantísimas personas inocentes a lo largo y ancho del mundo.


Los hombres... ¡Una manada de animales salvajes y cobardes! Ese René, que lo había incitado a huir y luego se había quedado durmiendo tan pancho en su cama, mientras Francia se desangraba... Aquella gente que negaba un vaso de agua o una cama a los refugiados, los que se hacían pagar los huevos a precio de oro, los que llenaban el coche de maletas, de paquetes, de comida, hasta de muebles, y respondían a una mujer muerta de cansancio: "No podemos llevarla. Ya ve que no hay sitio..." Aquellas maletas de cuero leonado y aquellas mujeres maquilladas en un camión lleno de oficiales... Tanto egoísmo, tanta cobardía, tanta crueldad feroz y vana le revolvían el estómago.


***


Sentirse tan diferente del resto de los hombres era reconfortante y amargo a la vez. Volvió hacia ellos sus claros ojos. La riada de coches seguía fluyendo y las caras, sombrías y angustiadas, se parecían como gotas de agua. ¡Pobre chusma! ¿Qué les preocupaba? ¿Lo que comerían? ¿Lo que beberían? Él pensaba en la catedral de Ruán, en los castillos del Loira, en el Louvre... Una sola de sus venerables piedras valía más que mil vidas humanas. 

***

- Pero, ¿por qué siempre nos toca sufrir a nosotros y a la gente como nosotros? - exclamó con rabia -. A la gente normal, a la clase media. Haya guerra, baje el franco, haya paro o crisis, o una revolución, los demás salen adelante. ¡A nosotros siempre nos aplastan! ¿Por qué? ¿Qué hemos hecho? Pagamos por todo el mundo. ¡Claro, a nosotros nadie nos teme! Los obreros se defienden y los ricos son fuertes. Pero nosotros, nosotros somos los que pagamos los platos rotos. ¡Que alguien me diga por qué! ¿Qué ocurre? No lo entiendo. 

- Pero ¿qué quieres comprender? No hay nada que comprender - dijo Maurice tratando de calmarla -. El mundo esta regido por leyes que no se han hecho ni para nosotros ni contra nosotros. 

***

- Qué extraño eres, Maurice... Te han pasado cosas como para estar amargado y desencantado, y sin embargo no eres infeliz, quiero decir, interiormente. ¿Me equivoco?

- No.

- Pero entonces, ¿qué te consuela?

- La certeza de mi libertad interior, que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí. De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que ha tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes que ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir: Primum vivere. Día a día. Vivir, esperar, confiar. 


***

La guerra y el desastre de 1940 no serán más que un recuerdo, una página de la Historia, nombres de batallas y tratados que los estudiantes recitarán en los institutos. Pero yo recordaré este ruido sordo de botas golpeando el suelo mientras viva. 


***


- Como ve, mi apellido es francés. Mis antepasados debían de ser compatriotas suyos, expulsados de Francia en tiempos de Luis XIV. En Alemania hay sangre francesa, y palabras francesas en nuestro idioma. 

"En Francia también hay sangre alemana - le habría gustado responderle -, pero en la tierra, y desde 1914."



sábado, 29 de agosto de 2015

Sicília sense morts (G.Frontera)




Imposible ser objetiva al presentar una obra tan cercana de alguien que no lo es menos. Extrapolable a tantos otros casos de corrupción política de nuestro país, la historia que aquí cuenta Guillem Frontera es especialmente reconocible para cualquier persona que haya vivido en Baleares la última legislatura popular. Página tras página, uno identifica personajes y situaciones con viejos conocidos para los residentes de las Islas, todo con un toque de ironía que, junto con las descripciones de la Ciutat, son, para mí, dos de sus puntos fuertes. 


El Mateu, aquest nen gran, que no sap què vol, que va i ve, que ignora què porta al cor, aquesta indolència sentimental, tanmateix compatible amb la seva tumultuosa carnalitat, sempre confiant que en afers d'amor els altres prenguin les decisions que ell no té coratge de prendre...

***

Massa indiferència en el relat, havia pensat Maria Formosa en sentir-lo parlar de la noia de l'Est. Et conec, Mateu, no em contis sopars de duro, una altra cosa és que jo, que sóc a la porta del paradís de l'ataràxia, ara pugui suportar la infidelitat com una característica teva més, com el nas una miqueta tort. 

***

Alçà el braç en un moviment violent, ordenà al cambrer que li dugués un whisky ràpid, ipso facto. No suportava els mallorquins ni els estrangers. I menys encara la gent feliç.

***

L'obra de Baudelaire - dues edicions en francès, una en català, una altra en castellà - a la biblioteca de Mateu Llodrà li va fer la sensació d'haver arribat a un port natural ben protegit contra les tempestes, un recer que tenia avesat i una mica oblidat.

***

... i havia recordat, trista, una nota al diari de Pavese, obtenim les coses quan ja no les desitgem.

***

... i ja sabem que cap amor no és immune a un de novell.

Rouge (Pilar Cámara)

Este libro cayó en mis manos de pura casualidad, en una agradable reunión de mujeres hablando sobre erotismo. No sé si podrían catalogarse como tal los poemas y fragmentos que Pilar Cámara recoge (algunos suyos, otros de autores y autoras famosas, escogidos con gran gusto) pero, lo que sí es seguro, es que no dejan indiferente.

Como muestra, varios botones:

                   





   


sábado, 27 de junio de 2015

Matar a un ruiseñor (H.Lee)



Como algunas de las obras que he leído estos últimos meses, ésta no fue elegida directamente por mí, sino por el Club de Lectura al que voy cada semana. Debo reconocer que el que escojan mis lecturas a veces me cueste un cierto esfuerzo, pero también tiene una gran ventaja: me permite salir de mi zona de confort literaria y explorar horizontes hasta entonces desconocidos. 

Probablemente por la diferencia de estilo entre Harper Lee y el grueso de los autores a los que estoy acostumbrada, no es éste un libro cuya prosa o grandes reflexiones me haya dejado marcada; no es una obra de ésas en las que cada página tiene alguna frase o fragmento subrayado. Pero, aún así, merece mucho la pena por un motivo de peso: el aire sencillo y desenfadado que la autora mantiene a lo largo de toda la historia para contar un hecha dramático que deja al descubierto las vergüenzas de la sociedad de un tiempo no tan lejano. Gran acierto ese narrador-niña en primera persona, esa ingenuidad que, como la expresión que da nombre al libro significa, acaba por perderse como consecuencia de los acontecimientos narrados. 


sábado, 7 de febrero de 2015

Día de calma (G.Montero)


Quien no quiso caer en la mentira,

no sea injusto desde la verdad. 
Repítelo. Es un día de calma. 
Aunque la mar extienda sus castigos 
y el golpe solitario de los remos 
se pierda entre la espuma, 
como se pierde el último destello de una mano, 
quiero que lo repitas: es un día de calma. 

Repite que es mentira 
todo lo que parece sucederte, 
que las manos deshechas son mentira 
y no temes el viento, 
ni existen los abismos en el agua, 
ni la respiración entrecortada. 
Porque la piel del labio 
siente una quemadura de sal y se parecen 
sus latidos al odio demasiado, 
repite que no sientes sus latidos. 

Ya que todo se mueve, ya que el tiempo 
bajo los pies se descompone y cae, 
regresa hasta el lugar donde las huellas 
forman parte de ti 
como un destino 
de arena que resiste en algún sitio 
detrás de cada ola. 
¿A qué memoria perteneces? Vuelve.
Una ciudad al Sur, un gabinete
de balcones abiertos enfrente de los plátanos. 
Sigues leyendo, sabes 
los libros que no son tuyos. Para ti las miradas 
de cristal y los barcos 
que navegan con pecho adolescente. 
Es un día de calma. 
Quiero que lo repitas desde allí, 
allí, para que grabes 
en la madera limpia de tus remos: 
Quien no quiso caer en la mentira,
no sea injusto desde la verdad. 

(Luis García Montero, "Las flores del día") 

domingo, 1 de febrero de 2015

Libro de desasosiego (Pessoa)



Hay un cansancio de la inteligencia abstracta, y es el más horrible de los cansancios. No pesa como el cansancio del cuerpo, ni inquieta como el cansancio del conocimiento por la emoción. Es un peso de la conciencia del mundo, un no poder respirar con el alma.


[...]


La belleza de un cuerpo desnudo sólo la sienten las razas desnudas. El pudor es sobre todo para la sensualidad lo que el obstáculo para la energía. La artificiosidad es la manera de disfrutar de la naturalidad. Lo que disfruté de estos extensos campos, lo disfruté porque no vivo aquí. No siente la libertad aquel que no vivió nunca oprimido. 


[...]


¿Pensar? ¿Sentir? ¡Cómo cansa todo cuando es una cosa definida!


[...]


El haber tocado los pies de Cristo no es disculpara las faltas de puntuación. 
Si un hombre escribe bien sólo cuando está borracho, le diré: emborráchese. Y si me dice que con eso su hígado padece, le respondo: ¿y qué es su hígado? Es una cosa muerta que vive mientras usted vive, mientras que los poemas que escriba vivirán sin ningún mientras.

Madame Bovary (G.Flaubert)



Acostumbrada a los ambientes tranquilos, se inclinaba, por el contrario, a los agitados. No le gustaba el mar sino por sus tempestades y el verdor sólo cuando aparecía salpicado entre ruinas. Necesitaba sacar de las cosas una especie de provecho personal; y rechazaba como inútil todo lo que no contribuía al consuelo inmediato de su corazón, pues, siendo de temperamento más sentimental que artístico, buscaba emociones y no paisajes.

[...]



Las olas (V.Woolf)



"Por entre el claro en el seto", dijo Susan, "vi cómo Jinny le besaba. Alcé la cabeza inclinada sobre la maceta, y miré por el claro en el seto. Vi cómo Jinny le besaba. Los vi, a Jinny y a Louis, besándose. Ahora envolveré mi angustia en el pañuelo que siempre llevo en el bolsillo. Y la angustia quedará prietamente aprejudada, en una pelota. Sola iré al bosque de hayas, antes de clase. No me sentaré a la mesa a hacer sumas. No me sentaré al lado de Jinny, no me sentaré al lado de Louis. Cogeré mi angustia, y la dejaré sobre las raíces, bajo las copas de las hayas. La examinaré y la cogeré con las puntas de los dedos. No me descubrirán. Comeré nueces y buscaré huevos entre las zarzas, se me amazacotará el cabello, dormiré bajo un arbusto, beberé agua de la charca y allí moriré."


"¡Qué orgullosos nos sentimos", dijo Jinny, "aquí sentados, nosotros que aún no hemos cumplido los vinticinco! Fuera los árboles florecen. Fuera las mujeres aguardan. Fuera los coches de alquiler se deslizan y giran. Superadas las dudas, las oscuridades y el deslumbramiento de la adolescencia, miramos rectamente al frente, dispuesto a aceptar cuanto venga (la puerta se abre, la puerta se abre sin cesar). Todo es real. Todo es firme, sin sombras ni engaños. La belleza ha puesto su sello en nuestra frente. Está mi belleza, está la belleza de Susan. Nuestra carne es firme y fresca. El mantel es blanco. Y nuestras manos reposan en leve curvatura, dispuestas a contraerse. Vendrán días y días, días de invierno y días de verano. Apenas hemos comenzado a gastar nuestro tesoro."


“Y como sea que en cierto aspecto vivo engañado, por cuanto la persona cambia constantemente, aunque no el deseo, y en mañana alguna sé con quién estaré por la noche, nunca estoy estancado. Después de mis más duros desastres, me levanto, doy media vuelta y cambio. Las piedras rebotan en la coraza de mi cuerpo.”


"Me gusta la compañía de la gente que retuerce hierbas entre los dedos, escupe en el fuego y arrastra los pies en zapatillas por largos corredores, como hace mi padre. Los únicos dichos que comprendo son los gritos de amor, odio, rabia y dolor. Cuando calláis, volvéis a ser bellos. Sólo aceptaré la felicidad natural. Con ella quedaré casi satisfecha."
 

La sirena varada (A.Casona)



FLORÍN

Qué te propones? Qué vas a hacer aquí? 

RICARDO.- 

Es algo complicado. Por lo pronto voy a fundar una república

FLORÍN. 

Muy platónico. 

RICARDO. 

Una república de hombres solos donde no exista el sentido común. 

FLORÍN. 

Admirable! Y para cuántos días? 

RICARDO. 

Para siempre. 

FLORÍN. 

Demasiado; ya serán unos días menos. 

RICARDO. 

Le estoy hablando en serio. Encuentro que la vida es aburrida y estúpida por falta de imaginación. Demasiada razón, demasiada disciplina en todo. Y he pensado que en cualquier rincón hay media docena de hombres interesantes, con fantasía y sin sentido, que se están pudriendo entre los demás. Pues bien: yo voy a reunirlos en mi casa, libres y disparatados. A inventar una vida nueva, a soñar imposibles. Y todos conmigo, en esta casa: un asilo para huérfanos de sentido común. 

FLORÍN. 

Buen programa; como para proponérselo a tu tía Águeda. Y crees que encontrarás esos hombres? 

RICARDO. 

Allá veremos. (Por Daniel.) Por lo pronto ya somos dos y hace unos días era yo solo. Ve usted? Ese hombre, que es capaz de vivir a oscuras porque le aburren los colores, ese es de los míos.

Campos de Níjar (J.Goytisolo)

Aquí os dejo un cachito de la historia de mi familia contada nada menos que por Juan Goytisolo:



Cuando subo el camino del faro, el paisaje sufre una transformación. La sierra se desploma verticalmente sobre el mar y las olas descarnan el acantilado con furia.

A medida que cobra altura la carretera, el horizonte también se ensancha. El sol brilla, pero ya no da calor. Las corrientes marinas forman hileros que cebrean la masa azul inmóvil y los farallones de la costa emergen como morsas, festoneados de espuma.

La sierra es ocre, desértica. Su vegetación se reduce al palmito, que los almerienses emplean para fabricar escobas y esteras, y cuyo cogollo, blanco y sabroso, se consume, importado de África, en todos los países de Europa, donde es más estimado que el espárrago.

Media hora de camino por curvas cerradas y el faro de la Testa del Cabo aparece de pronto, uno de los más hermosos faros del mundo, sin duda. Las montañas lo aíslan enteramente de tierra y, batido día y noche por el mar, se yergue, solitario y agreste, atalayando la costa del moro, vigía fiel, hoy de tempestades y naugrafios, ayer, de desembarcos berberiscos.

Uno piensa con tristeza que un sitio así debería ser baza turística importante y contempla melancólicamente la carretera estrecha, polvorienta y sinuosa, por la que apenas cabe un automóvil, y cuyo acceso, para colmo de la ironía, está prohibido a los coches particulares - lo leí en un cartel - no dispongan previamente de permiso. 

Hoy por hoy, sus únicos habitantes, fuera del torrero y su familia, son los guardias civiles que rondan frente a la playa y una pareja de suecos desgalichados que desembarcó allí hace meses, en un taxi, con un niño rubio de ojos azules, una tienda de campaña de lona y una máquina de coser.

La tregua (M.Benedetti)





“Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada, y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz. Miro a Esteban y miro a Jaime y estoy segura de que ellos también se sienten desgraciados. A veces (no te enojes, papá) también te miro a vos y pienso que no quisiera llegar a los cincuenta años y tener tu temple, tu equilibrio, sencillamente porque los encuentro chatos, gastados. Me siento con una gran disponibilidad de energía y no sé en qué emplearla, no sé qué hacer con ella. Creo que vos te resignaste a ser opaco, y eso me parece horrible, porque yo sé que no sos opaco. Por lo menos, que no lo eras”. Le contesté (qué otra cosa podía decirle?) que tenía razón, que hiciera lo posible por salir de nosotros, de nuestra órbita, que me gustaba mucho oírla gritar esa inconformidad, que me parecía estar escuchando un grito mío, de hace muchos años. Entonces sonrió, dijo que yo era muy bueno y me echó los brazos al cuello, como antes.


[...]

No me besó. Yo tampoco tomé la iniciativa. Su rostro estaba tenso, endurecido. De pronto, sin previo aviso, pareció que se aflojaban todos sus resortes, como si hubiera renunciado a una máscara insoportable, y así como estaba, empezó a llorar. Y no era el famoso llanto de felicidad. Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero cuando, además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad.

[...]

Esta tarde, cuando venía de la oficina, un borracho me detuvo en la calle. No protestó contra el gobierno, ni dijo que él y yo éramos hermanos, ni tocó ninguno de los innumerables temas de la beodez universal. Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y dijo, casi apoyándose en mí: “Sabés lo que pasa? Que no vas a ninguna parte” Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guiño de solidaridad. Pero yo hace cuatro horas que estoy intranquilo, como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiese enterado. 

[...]


Qué sería de mí, en este día, si hace veinte o treinta años me hubiera decidido a meterme de cura? Sí, ya sé, el viento me levantaría la sotana y quedarían al descubierto mis pantalones de hombre vulgar y silvestre. Pero y en lo demás? Habría ganado o habría perdido? No tendría hijos (creo que habría sido un cura sincero, cien por ciento casto), no tendría oficina, no tendría horario, no tendría jubilación. Tendría Dios, eso sí, y tendría religión. Pero, es que acaso no los tengo? Francamente, no sé si creo en Dios. A veces imagino que, en el caso de que Dios exista, no habría de disgustarle esta duda. En realidad, los elementos que él (o Él?) mismo nos ha dado (raciocinio, sensibilidad, intuición), no son en absoluto suficientes como para garantizarnos ni su existencia ni su no-existencia. Gracias a una corazonada, puedo creer en Dios y acertar, o no creer en Dios y también acertar. Entonces? Acaso Dios tenga un rotro de croupier y yo sólo sea un pobre diablo que juega a rojo cuando sale negro, y viceversa. 

[...]


Durante todas estas etapas el sexo siguió activo, pero había una especie de inconsciente resistencia a comprometerme, a encasillar el futuro en una relación normal, de base permanente. ¿Por qué todo eso? ¿Qué estaba defendiendo? ¿La imagen de Isabel? No lo creo. No me he senido víctima de ese trágico compromiso que, por otra parte, nunca suscribí. ¿Mi libertad? Puede ser. Mi libertad es otro nombre de mi inercia.

El Túnel (Ernesto Sabato)



He pasado tres días extraños: el mar, la playa, los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos. No sólo imágenes: también voces, gritos y largos silencios de otros días. Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza. 

El mar está ahí, permanente y rabioso. Mi llanto de entonces, inútil; también inútiles mis esperas en la playa solitaria, mirando tenazmente al mar. Has adivinado y pintado este recuerdo mío o has pintado el recuerdo de muchos seres como vos y yo?

Pero ahora tu figura se interpone: estás entre el mar y yo. Mis ojos encuentran tus ojos. Estás quieto y un poco desconsolado, me mirás como pidiendo ayuda.


[...]


Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad.

Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad: desprecio a los hombres, los veos sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos: mi soledad no me asusta, es casi olímpica. 

Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade la furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.


[...]


La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así, una especie de despertar. Pero despertar de qué? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio. A pesar de todo, el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor que causa su fealdad, antes que aniquilar la fantasmagoría con un acto de propia voluntad.