- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


domingo, 28 de febrero de 2010

Solícito, el silencio

Solícito el silencio se desliza por la mesa nocturna, rebasa el irrisorio contenido del vaso. No beberé ya más hasta tan tarde: otra vez soy el tiempo que me queda. Detrás de la penumbra yace un cuerpo desnudo y hay un chorro de música hedionda dilatando las burbujas del vidrio. Tan distante como mi juventud, pernocta entre los muebles el amorfo, el tenaz y oxidado material del deseo. Qué aviso más penúltimo amagando en las puertas, los grifos, las cortinas. Qué terror de repente de los timbres. La botella vacía se parece a mi alma.



Caballero Bonald

sábado, 27 de febrero de 2010

Debilidades

No tenías ninguna.
Yo sólo una:
que amaba.


B.Brecht

Espero curarme de ti en unos días

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


Jaime Sabines

Canción para velar a una chica borracha

En ese nuevo mundo estás tan sola
que no tienes a nadie más que a mí.
¿Llega mi voz a donde estás ahora,
la música de algo que estaba por venir?

Te queda bien dormir, lisa, sin ironía,
y tu papel social se deshace en el sueño.
Nunca será de día.
Cuántas cosas podría decirte y tú mañana
no recordarás nada, nada.
Incluso si te beso
el pelo impunemente.
Dormida ya no es un error quererte.

Eres hermosa: sucia y vulnerable.
No sabrás nunca cuánto te he querido
sin tocarte.

J.L.Piquero

Rayuela (I)

Sacás una idea de ahí, un sentimiento de otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: Te quiero. Total global: Te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor que sienten por sus esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.


J.Cortázar

Husos (I)

Dime qué tengo que hacer. Las palabras se agolpan. Dime algo, dices, dice él, dices. A mí, me parece que no dejo de hablar. Sin embargo, cuando lo intento, sólo oigo un gemido largo, el que arrastra el llanto. hacia dentro o hacia fuera, la palabra sigue el mismo camino.

Dime lo que tengo que hacer. Llévame a donde me digan lo que tengo que hacer. Sus ojos. Tus ojos - ¿tus? - ¿ojos? - Ojo-lago, cálidos, ojos-aquí. Aquí, como los niños y los idiotas (pobres de mente, que no de espíritu). Aquí. Por eso tus ojos, para quedarme aquí, para seguir aquí, para aguardar. ¿Qué? No importa. Para aguardar.

Un lugar que no es el dentro ni la superficie. Un lugar donde están los niños y los pobres de mente. Un aquí que se prolonga. Me agarro a tus ojos, sus ojos, para poder quedarme. Dime lo que tengo que hacer.

Escribo porque tal vez no hablo. No me sueltes.


Chantal Maillard

La tregua (I)

No me besó. Yo tampoco tomé la iniciativa. Su rostro estaba tenso, endurecido. De pronto, sin previo aviso, pareció que se aflojaban todos sus resortes, como si hubiera renunciado a una máscara insoportable, y así como estaba, empezó a llorar. Y no era el famoso llanto de felicidad. Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero cuando, además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad.

M.Benedetti

domingo, 21 de febrero de 2010

El retrato de Dorian Gray (III)

- Lo que me has contado es todo un romance, un romance del arte, por decirlo de algún modo, y lo peor de vivir un romance de cualquier tipo es que le hace a uno perder todo sentido del romanticismo.

- No me hables de ese modo, Harry. Mientras viva, la personalidad de Dorian Gray dominará en mí. Tú no podrías sentir lo que yo siento. Eres demasiado inconstante.

- Ah, mi querido Basil, precisamente por eso puedo sentirlo. Los que permanecen fieles sólo conocen el lado trivial del amor: son los infieles los que sufren sus tragedias.


[Oscar Wilde]

El retrato de Dorian Gray (II)

- ¡Qué inglés eres, Basil! Es la segunda vez que haces hoy esa observación. Si se presenta una idea a un inglés auténtico (lo que siempre es una imprudencia), nunca se le ocurre ni por lo más remoto pararse a pensar si la idea es verdadera o falsa. Lo único que considera importante es si el interesado cree lo que dice. Ahora bien, el valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad de la persona que la expone. En realidad, es probable que cuanto más insincera sea la persona, más puramente intelectual sea la idea, ya que en ese caso no estará coloreada ni por sus necesidades, ni por sus deseos, ni por sus prejuicios. No pretendo, sin embargo, discutir contigo ni de política, ni de sociología, ni de metafísica. Las personas me gustan más que los principios, y las personas sin principios me gustan más que nada en el mundo.


[Oscar Wilde]

El retrato de Dorian Gray (I)



-Y, sin embargo - siguió lord Henry con su voz pausada y musical, y con esa graciosa inflexión de la mano que siempre le había caracterizado y que ya tenia en la época de Eton - yo creo que si, un hombre viviese su vida con plenitud, integralmente, si diese forma a todos sus sentimientos y expresión a todos sus pensamientos, si hiciese realidad sus sueños, creo que el mundo recibiría tal estímulo de renovada alegría que olvidaríamos todos los males del medievalismo para volver al ideal helénico, o a algo quizá más bello, más rico que el ideal helénico. Pero hasta el más valiente de entre nosotros se teme a sí mismo. La mutilación del salvaje tiene su trágica supervivencia en la autonegación que infecta nuestras vidas. Recibimos un castigo por nuestro rechazo. Cada impulso que luchamos por aniquilar, obsesiona nuestra menee envenenándola. El cuerpo peca una vez y así acaba con su pecado, ya que la acción es una forma de purificación. Nada queda después sino el recuerdo de lo placentero o la voluptuosidad del arrepentimiento. La única forma de librarse de una tentación es ceder ante ella. De resistirse, el alma enfermará anhelando aquellas cosas que se ha prohibido, deseando lo que sus monstruosas leyes han convertido en terrible e ilícito. Se ha dicho que los grandes acontecimientos del mundo tienen lugar en la mente. Y es también en la mente, sólo en la mente, donde se cometen los grandes pecados.

[Oscar Wilde]

sábado, 20 de febrero de 2010

Canto a mí mismo



Yo me celebro y yo me canto,
y todo cuanto es mío también es tuyo,
porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.

Indolente y ocioso convido a mi alma,
me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.

Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire,
nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres.
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo
y espero no cesar hasta mi muerte.

Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás;
me sirvieron, no las olvido;
soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos,
naturaleza sin freno con elemental energía.


[Walt Whitman]