- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Ciudad


No tuve más remedio que seguirla.

Bajé con ella al día. Conocí
gentes que fueron de mi condición,
conversaciones de palabras lentas.

Hablo de aquella edad que nos otorga
la sensación de verse en un mundo inmediato,
la ciudad que nos llama
en los mismos lugares,
en las mismas penumbras
donde hay ojos que siguen
el deseo desnudo de tus ojos,
amor que pide tiempo,
razones que parecen
tus razones.

Pero de pronto cambia el mundo en las ciudades,

y aunque sé que cultivo mi deseo,
para vivir aquí, entre los jóvenes,
recorro sus caminos y comprendo
que traigo la distancia
no sé si de otra edad o de otra tierra,
testigo de otra gente
que no sabe beber, que tiene prisa,
y que aprende a besarse en los rincones,
con otra historia, con su propio tiempo.

La ciudad no me sigue, va con ellos.

Y escucho atentamente por si algo me llama,
para sentirme vivo,
para ir aprendiendo con la noche
cómo ladran ahora los fantasmas
del tiempo y la poesía. 


Luis García Montero

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