- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga.

- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo.


martes, 24 de agosto de 2010

Cortázar, sobre sus cronopios

1 de octubre de 1952

Estos cuentecitos de cronopios y de famas han sido mis grandes camaradas de París. Los anoté en la calle, en los cafés, y sólo dos o tres pasan de una carilla. No los considero obra seria, sino un descanso bien merecido después de Keats. Noto que me ha sido dada cierta magia verbal, y los cronopios son la objetivación espontánea de esos juegos de la palabra consigo misma. Pero tú, buen observador, verás que por debajo van aguas más duras e intencionadas. Pienso que en la Argentina un librito así molestaría -como vagamente molestaba Macedonio Fernández, o molesta Ramón-, y que en cambio aquí, después de Plume por ejemplo, o los juegos de Crevel o de Desnos, valdría por lo que vale, es decir se lo aceptaría de lleno y se lo juzgaría con la misma seriedad que a una poesía de intención más alta. Yo te confieso que lo de las intenciones de la poesía me resulta cada día más retórico, y que si bien nunca he sido legítimamente un surrealista (para eso hacen falta otros aires y otros méritos) por lo menos he llegado a no rehusarme el lado liviano y pueril que con toda facilidad me viene a la palabra. Quiero que sepas (pues esto es lo que cuenta) que el escritor de El Examen y el de estas Historias no ha cambiado de onda ni de ars poetica para ir de uno a las otras. Yo creo que en el fondo lo que espero de ti y de los pocos lectores que tendrá el cuadernito, es que se diviertan tiernamente (o que se enternezcan alegremente). Me gusta (lo he descubierto) leer en alta voz estos pequeños cuentos. Suenan muy bien y son materia juglaresca, pícara, prosa de alta voz. Ah, me gustaría leértelos. De veras, es libro de juglar, y no está mal que sea así. No sé lo que voy a hacer ahora. Deseos, deseos... Pero nada ensayístico, eso no. Libertad como nunca, y que la inteligencia se las rebusque para ordenar, para dar coherencia y sentido a todo lo que remue sa symphonie dans les profondeurs [remueve su sinfonía en las profundidades].


[Carta a Eduardo Alberto Jonquières]

No hay comentarios:

Publicar un comentario