A veces, Equis lee en el autobús sólo para provocar. Elige un libro más bien grande, y un autobús más bien lleno. Una vez que ha conseguido ascender, coloca el libro sobre la espalda del viajero más próximo, como sobre un atril, y vuelve las páginas sin importarle clavar su codo en el esternón del pasajero de al lado, cuya melancólica mirada de buey rumbo al matadero sólo se anima cuando una de sus costillas está a punto de romperse. Casi siempre se inicia una pequeña discusión en torno a Equis, quien se niega a cerrar el libro y los pasajeros que bien interesados en continuar la lectura por encima de su hombro o a tirar el libro por la ventanilla, en el supuesto favorable de que el autobús tenga alguna ventanilla abierta, porque como ha observado Equis, la costumbre de vivir hacinados hace que en cuanto pueden, no ventilen.
A este sistema de lectura a la fuerza, Equis lo llama su plan particular de alfabetización. Según él mismo confiesa, no es un sistema muy ortodoxo. En épocas especialmente difíciles (cuando por ejemplo hay una serie de televisión muy exitosa que además se vende en fascículos o cuando el gobierno establece una censura muy rigurosa sobre los libros interesantes), Equis no tiene escrúpulos en emplear, para su campaña de alfabetización, libros pornográficos, que siempre despiertan el interés de los escolares que viajan en el autobús, de los hombres casados y de las mujeres que no leen porque no viajan. De inmediato aprovecha para recomendar, muy seriamente, otros libros pornográficos, entre los cuales se encuentran las novelas de Salinger, los cuentos de Cortázar y las obras de Foucault.
[Cristina Peri Rossi]
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